miércoles, 10 de marzo de 2010

Error inexcusable de un gobierno primerizo


http://www.abc.com.py/abc/nota/86953-Error-inexcusable-de-un-gobierno-primerizo/

http://www.ultimahora.com/notas/303615-cr%C3%ADtica-de-jaegli-a-%C3%BAh

La carta remitida días atrás por el ministro de defensa nacional a la embajadora estadounidense en la cual, entre otros “elogios”, la trató de “diplomática primeriza” y de cometer un “error inexcusable” es institucional y no personal, tal y como pretenden hacérnoslo creer los superministros del gobierno del cambio. A menos, claro, que el cambio que nos enchufaron “había sido” que significaba que aquello que los ministros hagan con las instituciones a su cargo son a$unto$ “per$onale$”.

Liliana Ayalde reconoció ante los medios de prensa que al leer la polémica carta dudó acerca de la continuidad de las relaciones entre Estados Unidos y Paraguay. Esta incertidumbre difícilmente hubiera surgido en la diplomática de tratarse, como insisten en convencernos, de una carta “a título personal”.

Luís Bareiro Spaini remitió la misiva, según documentos exhibidos a través de la prensa, en una hoja con membrete del Ministerio de Defensa, con número de serie del Ministerio de Defensa y firmada por él con la aclaración de su cargo de Ministro de Defensa. Esta fue, definitivamente, una carta institucional del Ministro de Defensa a una representante diplomática en el país, y no una esquela informal dirigida de “lucho” a “lilian”.

No pueden los integrantes de este gobierno engañar al pueblo diciéndole que esto “es cuestión personal”. Me recuerda al caso Teixeira cuando por todos los medios intentaban hacernos creer que el acuerdo que el presidente firmó para la concreción de una millonaria compra irregular “no era para tanto”.

Una vez más en este caso López Perito minimizó el hecho al señalar que “no tiene la gravedad que se le pretende atribuir”. Entonces, en la balanza del gobierno, ¿qué es lo realmente “grave” o qué más tiene que pasar para que se tomen medidas respecto al actuar irresponsable de un funcionario?. ¿Cuántos comunicados, cartas o “mensajes” del Ministro de Defensa con trastorno de identidad y síndrome de canciller tendremos que aguardar?

Siempre condescendiente, López Perito agregó que “cualquier ministro puede meter la pata”. Y de poder, pueden. Pero eso no los exime de asumir las consecuencias de sus actos. A menos, que la grosera carta haya sido en verdad fruto de una orden superior.

¿Por qué arriesgaría Bareiro Spaini su cargo, cometiendo tamaña “desprolijidad” al confrontar a una representante diplomática “sin conocimiento” del presidente de la república e inmiscuyéndose en las competencias del otra cartera de estado?, ¿qué, o quién, detrás del telón, le dio al ministro de defensa tal seguridad como para redactar y remitir una carta de esta envergadura?, ¿quién es el autor intelectual con el interés real de desacreditar al gobierno “yanqui” o de generar constantes conflictos con este país?

Si el presidente de la república no respalda el actuar de Bareiro, por decisión propia o por “presión bolivariana” como argumentan algunos, entonces, por qué sigue este ministro en su cargo cuando ya ha colocado al Paraguay en innecesarios aprietos con países que, ideologías de lado, han sido generosos con el nuestro como el caso de Estados Unidos y Colombia

¿Está realmente Lugo, o Chávez, detrás de esta carta?. Horacio Galeano Perrone dijo al respecto que “esos errores no se cometen, pero te los hacen cometer”. Y Federico Franco “no cree, pero no descarta”.

Si Lugo no está detrás, entonces que se note. Que demuestre que su gobierno no es complaciente con quien deliberadamente arriesga las relaciones internacionales del país. Pero por ahora todo sigue igual. Mientras a Spaini se le da por enviar comunicaciones ofensivas a otros países (coincidentemente a aquellos opositores del bolivariano Chávez); para Lugo estas posturas son cuestión “personal,” aunque vayan con membrete y sello del ministerio; y para su gobierno, ofender a una diplomática “no es tan grave”.

Y como diría Spaini, estos sí son “errores inexcusables” de un gobierno “primerizo”.

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