lunes, 21 de junio de 2010

Nuevos talones

Crio. Jara Sosa: "Le estamos pisando los talones al EPP"
 
Un nuevo enfrentamiento. Dos nuevos mártires… Pero la misma historia: “le estamos pisando los talones”.
Tras haber desaparecido momentáneamente de la palestra mediática, gran parte de lo que rodea al EPP, sus criminales acciones y los mil y un operativos montados por los organismos de seguridad para su búsqueda y captura, días atrás nos sorprendió un nuevo enfrentamiento entre los integrantes de la banda armada y agentes policiales. Una vez más, dos suboficiales perdieron su vida en manos del mismo grupo guerrillero. Dos más, que a la fecha completan la lista de cinco efectivos policiales que ya fueron asesinados por la misma banda. No hace mucho en Arroyito fallecieron además de un policía, tres empleados de estancias locales. Y la pregunta ineludible es: ¿cuántos buenos más tendrán que morir para dejar de “pisarle los talones” y pasar a “esposarlos de las manos y llevarlos al calabozo?
Tras este último conflicto, el Crio. Cristóbal Jara Sosa, jefe de la segunda zona policial, volvió a declarar ante los medios aquella frase, que con este gobierno ya ha pasado a integrar el léxico folclórico: “le estamos pisando los talones”. La mismísima expresión utilizada cuando también Severiano Martínez “se escapó por un pelito” y desde entonces, hace más de dos meses, le venimos pisando los talones. Otra vez se escaparon “por un pelito”, otra vez mataron a los buenos, otra vez hallamos un campamento, uno más, algo así como el vigésimo quinto, otra vez… pero no los agarramos. A ninguno. Ni a Magna Meza, ni a Cristaldo Mieres, ni a Osvaldo Villalba ni a Severiano Martínez. Aunque les seguimos pisando los talones. ¿Cuál será la definición técnica de “pisar los talones” para los encargados de seguridad del gobierno?
El día del asesinato de los últimos dos policías en Kurusu de Hierro (cuya muerte no comunicada oficialmente por el gobierno merece cuanto mínimo un “eso no se hace”, con nadie. Esa gente merecía un trato digno al momento de recibir la noticia trágica de la muerte de uno de los suyos), Filizzola dijo, al referirse al hallazgo de fotos de políticos en el campamento que presumiblemente sería del EPP, que “es sabido que el secuestro político sería el próximo paso de este grupo. Un secuestro no con fines económicos sino políticos durante el cual mantendrían retenido a la víctima por un tiempo prolongado a lo largo del cual solicitarían varias reivindicaciones, entre ellas la liberación de sus líderes hoy presos, Carmen Villalba y Alcides Oviedo”. Igualito que las FARC. Sin embargo y pese a este reconocimiento público del Ministro del Interior sobre la connotación política de las acciones del grupo a las ejecutadas por las guerrillas, insiste en sostener que se trata de una simple “banda de delincuentes altamente especializados”. Los delincuentes altamente especializados trafican droga, explotan niños y personas, asesinan, roban, asaltan grandes bancos, y casi nunca se los halla. Pero no andan secuestrando ricos para dar su dinero a los pobres, no retienen infrahumanamente a un ser humano y exigen a su familia entregar carne “en su nombre” a comunidades carenciadas buscando la simpatía de los que “menos tienen”. Los delincuentes comunes no secuestran políticos, aunque no tengan mucho dinero, para exigir la liberación de sus líderes ideológicos o la promoción de sus estándares de lucha.

Los delincuentes comunes son eso, comunes, aunque no por ello menos peligrosos. Pretender seguir reduciendo la esencia guerrillera del EPP a la de una simple banda criminal y a la vez reconocer sus diligentemente seguidos pasos ideológicos y políticos, no hace más que confundir a la población y revelar, que la confusión de esta subyace de la confusión del propio Gobierno y sus integrantes.
Dos años son pocos para cambiar el resultado de 60 años de corrupción. Cinco años no alcanzan para implementar cualquier plan de “reforma del estado”, así que vamos hasta el 2020… o el 2030. Y 30 días no son suficientes para estado de excepción… y menos para capturar al EPP.
Si desde el gobierno ni siquiera se atreven a definir al EPP como una guerrilla como mínimo en formación, mucho menos podremos estudiarlos y al fin detenerlos. Si no se sabe a quién se busca, todo tiempo otorgado “será poco”. Y cada vida cobrada mientras persista la indefinición será siempre “demasiado”.
Mientras estemos siempre “tan cerca” pero a la vez tan lejos, persistirán las dudas sobre si en verdad no se puede o no se quiere detenerlos. El pueblo ya no quiere “contradicciones” dentro del propio gobierno. Ya no bastan los campamentos, por más de que en ellos hayan fotos…y videos. Ya no basta que se “escapen por un pelito” mientras se sigan escapando. Ya no es suficiente “pisarle los talones”. Es necesario capturarlos, vivos o muertos, esposarlos, someterlos a la justicia y obligarlos a pagar por cada uno de sus crímenes. Es necesario que ellos sean apresados y la ciudadanía vuelva a ser libre. Eso y sólo eso, podrá abrir un nuevo capítulo. Y no simplemente renovar los “talones” de la semana.  

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